24 de febrero de 2019 † VII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO |
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REFLEXIÓN |
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“Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”. L.c.. 6, 27-38. |
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Sabemos que Jesús era muy sensible al sufrimiento de los más pobres. El evangelio dice con frecuencia que Jesús sentía lástima. En el tiempo en que le tocó vivir en Israel, los pobres los tenía por todas partes. Era una sociedad muy religiosa, pero injusta, en la que muchas personas estaban condenados a malvivir. Jesús andaba preocupado por enseñarnos que todos los hombres somos hermanos, pero esa lección de fraternidad solidaria no fue bien aceptada. Los judíos prefirieron seguir con sus rezos y sus sacrificios en el templo y rechazaron a Jesús. Parece que, cuando Jesús vio que aquella gente no aceptaba su mensaje, se decidió a poner en marcha algo nuevo que sería “el nuevo pueblo de Dios”, la iglesia, los cristianos. No quería poner un remiendo nuevo en un vestido viejo. A veces me imagino a Jesús con miedo, temiendo que también entre los cristianos se fueran a dar los mismos rencores, los mismos gestos insolidarios, los mismos abusos contra los débiles, las mismas injusticias, las mismas ambiciones y las mismas dificultades para perdonar o para compartir. En el evangelio de este domingo vemos que Jesús trata de enseñarnos cómo nuestra vida no puede ser igual que la de todo el mundo. Frente al enemigo que nos odia o nos calumnia o nos maltrata, el mundo responde con odio o con venganza. Eso es lo viejo, lo que se ha hecho siempre. Pero nosotros vamos por otro camino. Somos gente nueva y tenemos otro estilo que nos enseñó Jesús. Decía: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen y rezad por los que os injurian”. Esto sí que es nuevo. Es nuevo no responder con violencia al que te da una bofetada, como también es nuevo responder compartiendo cuando alguien ambiciona tu manto. Este es el nuevo estilo que Jesús quería para sus cristianos. No le gustaba a Jesús que fuéramos tan egoístas o tan rutinarios como los demás. Decía: “Si amáis a los que os aman ¿qué mérito tenéis?. También los pecadores lo hacen... Si hacéis el bien a los que os hacen bien ¿qué mérito tenéis?... Si prestáis sólo cuando esperáis cobrar ¿qué mérito tenéis?”. Decía Jesús que todo eso lo hace todo el mundo. No hay ningún mérito ni hay señal de novedad. Responder con odio al odio y a la violencia con violencia es lo que se ha hecho siempre. Jesús quiere que empecemos nuestra andadura cristiana por un camino nuevo. Preocuparse por vivir cómodamente sin tener en cuenta a los pobres, a los enfermos, a los oprimidos, a los toxicómanos o a los niños difíciles, eso lo hace todo el mundo, está siempre de moda; pero nosotros no podemos actuar así. Nosotros tenemos que llegar a donde no llega todo el mundo. Tendremos que cuidar de los niños y los jóvenes para que no se malogren. Con entrañas de misericordia, tendremos que acercarnos a los más pobres, a los delincuentes, a los toxicómanos, a las personas que tienen su vida rota, a los oprimidos por los abusos de los poderosos del mundo. Sabemos que nosotros tendremos que hacer toda esta larga tarea solidaria mientras el mundo se aburre en sus entretenimientos egoístas. La gente de nuestros barrios o de nuestros pueblos tiene que llegar a ver algo nuevo en nosotros. Así, en nuestra vida de cada día, vamos trasluciendo algo hermoso: traslucimos a nuestro Dios que también es compasivo y misericordioso. De él, que es bueno con los malvados y desagradecidos, aprendemos a vivir la compasión y la fraternidad con todos los hombres. Somos compasivos como nuestro Padre Dios es compasivo. Y nos dice Jesús que, al final, la medida que usemos, la usarán con nosotros. |
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Emiliano Calle Moreno |